Solemnidad del Corpus Christi. Altar de reconciliación, altar de ternura, altar de esperanza, altar de caridad. Altar de Dios.

 

Hoy celebramos la solemnidad del Corpus Christi. Es la fiesta en la que damos gracias a Dios por tanto amor derramado en el altar. Es descubrir que Dios se parte y se reparte por cada uno de nosotros. Para que nosotros nos partamos y nos repartamos también por los demás. Una invitación para que cada uno de nosotros seamos ese altar de Dios en medio del mundo.

En estos momentos es más necesario que nunca que los cristianos descubramos la tarea de ser altar de reconciliación, altar de ternura, altar de esperanza, altar de caridadAltar de Dios.

El Corpus Christi 

El Corpus Christi es una celebración con la que la Iglesia católica pone en valor el Sacramento de la Eucaristía. También llamada fiesta solemne del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, se celebra normalmente el jueves posterior a la Fiesta de la Santísima Trinidad. Entre las conmemoraciones que se hacen en honor a esta festividad destacan la exposición del Santísimo en las parroquias y la procesión eucarística.

Los inicios de la fiesta del Corpus Christi

El comienzo de la vivencia de la fiesta tal y cómo la conocemos hoy día procede del siglo XIII y de las revelaciones particulares a Santa Juliana de Cornillon (también conocida como Santa Juliana de Lieja), en Bélgica. En ese momento había un clima de dudas sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía, aunque al mismo tiempo, en Lieja había grupos especialmente dedicados a la adoración eucarística y teólogos dedicados al estudio y promoción de su culto.

También ocurrieron algunos sucesos extraordinarios relacionados con la Eucaristía, especial importancia tuvo el milagro de Bolsena. Al final el Papa Urbano IV firmó la bula Transiturus de Hoc Mundo, donde establecía el jueves después a la octava de Pentecostés como fiesta del Corpus Christi.

Desde entonces se ha celebrado en todo el mundo este día, aunque en muchos lugares la fiesta se traslada al siguiente domingo. Las palabras de la bula Transiturus sobre las disposiciones para acudir subrayan el tono festivo y alegre de la celebración.

Desde entonces, y en todo el mundo, han aparecido incontables muestras de piedad popular que personifican diversas manifestaciones de afecto al Sagrado Sacramento. En muchas comunidades se reunían en ferias para ofrecer los frutos de la tierra como señal de agradecimiento. Pero son más patentes las innumerables procesiones eucarísticas y horas santas con las que se señalaba la sacralidad del signo y la necesidad de adoración conjuntamente con la misión de testimonio social.

El Pueblo de Dios en Procesión por el Corpus Christi

La procesión eucarística recuerda a las peregrinaciones del pueblo de Israel. Abrahán sale de Ur hasta Canaán con la promesa de una descendencia incontable. El pueblo de Israel sale de Egipto entre portentos y durante cuarenta años atraviesa el desierto hacia la tierra prometida. Elías también cruza el desierto en busca de Yahvé. Los Israelitas ascendían cada año a Jerusalén. El mismo Jesús aparece como un peregrino incansable siendo el culmen de su viaje su sacrificio glorioso.

Ahora peregrinamos juntos como Iglesia, guiados por el Santísimo Sacramento, a través de las ciudades de nuestro mundo. Es una manifestación de adoración solemne, a la vez que demuestra en la comunidad en la que vivimos la viveza de nuestra fe. Parece que el sacerdote es el que lleva a Cristo pero somos nosotros en realidad los que somos llevados. El andar implica también la fraternidad de los que caminan en unión y la existencia de una meta escatológica. Somos Iglesia caminante en Cristo camino.

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