Triduo Pascual- Viernes Santo. Y Jesús murió por mi y por ti

VIERNES SANTO. CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Jesús murió por ti y por mí

Si los seres humanos comprendiéramos en toda su magnitud el significado del sacrificio de Jesucristo, nuestra reacción ante esa realidad no sería tan superficial e indiferente como lo es, cuando no lo conocemos ni lo hemos recibido como nuestro Señor y Salvador personal.

ADORACIÓN DE LA CRUZ…

En la celebración de los oficios del Viernes Santo destaca el rito de la Adoración de la Cruz que es presentada a la Iglesia y a la que todos los presentes nos dirigimos para besarla. Besar la cruz significa estar dispuesto a aceptarla. Aceptar la cruz del Señor, su camino de entrega por los demás que le llevó a la muerte y aceptar la propia cruz, el camino que cada uno de nosotros tenemos para unirnos al que nos llama desde el Calvario. Este rito es el testimonio de nuestro deseo de poner nuestra vida en manos de Dios, como Jesús, para bien del mundo.

“Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo

La cruz, que ha sido símbolo de tortura y de muerte, se ha convertido en el signo de salvación. Por ello, tras la oración universal, que en este día tiene un carácter especial, contemplaremos el madero  en el que estuvo clavada la salvación del mundo. Una cruz que será desnudada poco a poco, y así contemplaremos este misterio tan admirable ante el que sólo cabe postrarse y adorar en silencio. Veneramos la cruz como símbolo de amor pero realmente estamos venerando al crucificado. Porque Él es nuestro salvador. Puede parecer un sinsentido el venerar a un condenado a muerte pero, muerto por la fe y nosotros reconocemos en Él al salvador del mundo. Levantemos nuestra mirada hacia Cristo crucificado. En Él encontraremos  todo lo que necesitamos para crecer en el amor y en la santidad. Jesús nos ha dado su propia vida, a pesar de nuestros pecados. Venerar la cruz se convierte así en un reconocimiento de la grandeza de Cristo, pero es también un compromiso por nuestra parte de seguir los mismos pasos de Cristo. Si Él ha dado su vida por mí, ¿cómo no voy a dar yo también mi vida por Él, y con Él también por los demás?

En Jesús crucificado sigue presente el Dios oculto. Con su imagen desfigurada fundamenta nuestra esperanza: Dios está al lado de los que padecen la injusticia, la exclusión o la tortura. También el hombre maltratado y humillado continúa siendo imagen de Dios. “El centurión conmovido por todo lo que ve, reconoce a Jesús como Hijo de Dios: Realmente éste era el Hijo de Dios. Bajo la cruz el Señor reúne a los hombres para la nueva comunidad de la Iglesia universal. Mediante el Hijo que sufre reconocen al Dios verdadero”.

Y….JUNTO A LA CRUZ, ESTABA SU MADRE

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

-«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo:
-«Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

María, mujer del dolor, madre de los vivientes, Virgen junto a la cruz, donde se consuma el amor y brota la vida nos acompaña en nuestro caminar, y junto al discípulo amado y en él a toda la Iglesia, nos propone la belleza de este estilo de discípulado no exento de encrucijadas de dolor pero lleno de una inmensa confianza y ternura en medio del misterio del dolor presente en el corazón de cada uno de nosotros. Que no se te escape este día sin hacer un alto y contemplar el misterio del dolor y del sufrimiento delante de la cruz y con mirada de madre.

ORACIÓN  

Señor Jesús, en este día en que recordamos tu Pasión y Muerte, ayúdanos a reconocer el inmenso amor que nos tienes. Tú, Señor, entregaste tu vida por nuestra salvación, y nos has señalado un sendero por recorrer: solo quien entrega, podrá recibir. Ayúdame a acoger el inmenso don de tu amor, y a seguirte en el camino de la cruz, que es paso para la resurrección.

 

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