Santa María Madre de Dios – 1 de Enero

Santa María Madre de Dios – 1 de Enero

Comienza un nuevo año, estrenamos calendario y en el cajón del pasado se van amontonando las experiencias, los buenos y los no tan buenos momentos vividos durante los 365 días del 2019. Unos y otros nos invitan a desear y a desearnos un próspero año. ¿Cómo hacer este deseo realidad en lo cotidiano de nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra comunidad, en nuestro pueblo o ciudad?

Invoquemos a Santa María, Madre de Dios.

Es el mejor de los comienzos posibles para el santoral. Abrir el año con la solemnidad de la Maternidad divina de María es el mejor principio. Ella está a la cabeza de todos los Santos, es la mayor, la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios; Ella es el culmen de toda posible fidelidad a Dios, amor humano en plenitud.

La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de «María Madre de Dios». Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: «María, Madre de Dios».

El resumen de su vida entre nosotros es breve y humilde: vive en Nazaret, allá en Galilea, donde concibió por obra del Espíritu Santo a Jesús y se desposó con José. Por el edicto del César, se traslada a Belén la cuna de los mayores, para empadronarse y estar incluida en el censo junto con su esposo. Por entonces nació el Salvador, su hijo es el Verbo encarnado, la segunda Persona de Dios que ha tomado carne y alma humana, es peculiar. Al tiempo que es Dios, es hombre. Huyó a Egipto para buscar refugio, porque Herodes pretendía matar al Niño después de la visita de los Magos. Vuelta la normalidad con la muerte de Herodes, se produce el regreso y la familia se instala en Nazaret.

En la etapa de la vida pública de Jesús, María aparece siguiendo los movimientos de su hijo con frecuencia. Dio a su hijo lo que cualquier madre da: el cuerpo, que en su caso era por concepción milagrosa y virginal y el alma humana, espiritual e inmortal.

María es madre, amor, servicio, fidelidad, alegría, santidad, pureza. Los Santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de «María, Madre de Dios». El título «Madre de Dios» es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.

Oración final de la encíclica de Benedicto XVI «Dios es Amor»

Santa María, Madre de Dios,
tú has dado al mundo la verdadera luz,
Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios.
Te has entregado por completo
a la llamada de Dios
y te has convertido así en fuente
de la bondad que mana de Él.
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
para que también nosotros

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