Sábado Santo: Vigilia Pascual. Resucitemos con Cristo

SÁBADO  SANTO

«Con  la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida, pero con  su resurrección también hemos resucitado»

El Sábado Santo es un día que nos invita a la silenciosa espera del encuentro con el Resucitado.

La Iglesia nos invita a volvernos, en este día, hacia María, la madre que en soledad recuerda cada uno de los gestos de su Hijo, su misteriosa concepción y nacimiento, la huida a Egipto, su crecer en Nazaret, su haberse perdido en el templo, sus aprendizajes, sus enseñanzas, su irse de casa para emprender su misión… Ella, la primera en el camino del discipulado, aprendió tanto y se dejó transformar en madre de la Iglesia a los pies de la Cruz. El gran grito de triunfo y dolor la llena por dentro. Sabe que ha triunfado. Pero ella está sola. Él no está con ella. Y piensa en sus palabras: «al tercer día resucitaré». Y se aferra a ellas. Es difícil creer, ha tenido entre sus manos el cuerpo muerto de su hijo, agujereado por los clavos, ha puesto su mano en el costado abierto llegando al mismo corazón. Hace falta mucha fe para creer que va a resucitar y se hace la oscuridad en su alma. Experimenta el abandono como lo experimentó Jesús. El Padre calla y la Madre se convierte en la única creyente. Su fe es la de una nueva Eva que cree contra todas las evidencias de los sentidos y de la experiencia. Y las horas del sábado transcurren lentas, en oración, como en Getsemaní. Pasa la noche del sábado minuto a minuto, y la oración no cesa en la que nunca cesó de creer. Que en este último tramo del camino nos acompañe María, la que permaneció siempre fiel junto al Hijo, sobre todo en los días de la Pasión.

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