Preparemos la Semana Santa ( 3 )

Ya estamos próximos a iniciar el Triduo Pascual. repasamos dos días de especial emoción para los cristianos: El Jueves y Viernes Santo.

Jueves Santo

El Jueves Santo, es el  jueves anterior al Domingo de Resurrección, se trata del primer día del Triduo Pascual. En este día toda la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena del Señor. Durante los oficios de ese día se celebra el lavatorio de pies, y la Eucaristía se reserva en el “monumento”, un altar eucarístico construido expresamente  y en la que se mantendrá hasta el oficio del Viernes Santo.

El lavatorio de pies representa el momento en que Jesús llega al Cenáculo y El mismo  lava los pies de sus discípulos uno a uno. Pedro es el único que le cuestiona el lavado de pies y dice  «No me lavarás los pies jamás», le espeta, ya que el apóstol lo considera una humillación de su Señor hacia él. «Si no te lavo no tienes parte conmigo», le respondio Jesus, según los Evangelios. A lo que Pedro replicó: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». El lavatorio de pies, una acción de humildad de Jesús hacia sus discípulos

Una vez en la mesa se celebra la misa, donde el Señor ordena a sus apósteles sacerdotes y les indica que de ese momento en adelante ellos celebrarían la misa. Cuando finaliza la cena, Jesús se despide de su madre y sale en dirección a un huerto de olivos, acompañado de algunos discípulos.

Oración en el huerto de Getsemaní

Tras la Última Cena llega el momento de la oración en el huerto de Getsemaní. Jesús sale al huerto a rezar y pide a sus apóstoles que le acompañen. Pero todos van cayendo dormidos poco a poco.

En su agónica oración, Jesús dice: «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Después del rezo es prendido por un grupo comandado por Judas, quien le traiciona por 30 monedas de plata, tal y como había profetizado.

En ese momento Pedro corta la oreja derecha con su espada a un sirviente del Sumo Sacerdote, al que Jesús sana y pronuncia la conocida frase: «Quien a hierro mata, a hierro muere».

La oración en Getsemaní se produce antes del arresto de Jesús

Esa misma noche, Jesús es entregado por Judas y puesto en prisión donde lo interrogan durante toda la noche. Ese es uno de los días más importantes de la Semana Santa y su festejo incluye procesiones desde la madrugada hasta el día siguiente, el Viernes Santo.

Viernes Santo

Es un día crucial en la liturgia cristiana y la conmemoración de la muerte de Jesucristo en la cruz. Luego de su encarcelamiento Jesús es sometido a un juicio, donde sufre torturas aberrantes.

Es en ese mismo momento donde recibe le colocan la corona de espinas sobre su cabeza y le cargan la cruz. Así, el Señor recorre la ciudad de Jerusalem con la pesada cruz de madera en dirección al Calvado. A horas del mediodía el Señor es crucificado. Más tarde, para certificar su muerte le clavan una lanza confirmando el fallecimiento. A llegar la noche, los fieles desclavan el cuerpo de Cristo y lo entregan a su madre, para finalmente enterrarlo en el sepulcro. Ese mismo día Judas, arrepentido de su traición, se ahorca y acaba con su vida. Durante el Viernes Santo se realiza la adoración del Árbol de la Cruz y el Via Crucis. Es el único día del calendario litúrgico donde no se celebra la eucaristía.

Jesús ante Pilatos

Estas autoridades y quienes les apoyaban decidieron llevar a Jesús ante Poncio Pilato, quinto prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 d.C. Este en principio no vio culpa en Él para condenarle, pero finalmente se avino a la presión de una multitud que clamaba por su crucifixión.

Según el Evangelio de Mateo, Pilato entonces se lavó las manos con agua a la vista del pueblo, proclamándose «inocente de la sangre de este justo». Este gesto de «lavarse las manos» es el origen de la expresión que llega hasta nuestros días.

Como era costumbre liberar a un reo por la fiesta judía de la Pascua, Pilato decidió soltar a uno muy conocido llamado Barrabás, cediendo así a la presión de los manifestantes.

Despojado, humillado y escarnecido

Siguiendo el relato de los Evangelios, a Jesús le despojaron de sus vestiduras, las cuales se echaron a suertes, le colocaron una corona de espinas en la cabeza, y le golpearon, le escupieron y le escarnecieron.

Le hicieron cargar con su propia Cruz hasta un pequeño monte a las afueras de Jerusalén llamado Gólgota, lugar del calvario o de las calaveras, debido a la forma de calavera que tenían las rocas de una de sus laderas.

En el  Calvario fue crucificado entre dos ladrones y bajo un cartel que decía «Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos», origen de las siglas y de la expresión INRI. Según el Evangelio de Juan, los pontífices de los judíos protestaron a Pilato, pidiéndole que cambiara la redacción por «él ha dicho: yo soy el Rey de los Judíos». Pero Pilato se lo negó con esta famosa réplica: «Lo escrito, escrito está».

 

El buen ladrón y el mal ladrón

Según el Evangelio de Lucas uno de los ladrones crucificados junto a Jesús le atacaba, diciendo: «Si tú eres el Cristo o Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro crucificado le reprendió diciendo: «¿Cómo, ni siquiera tú temes a Dios, estando como estás en el mismo suplicio? Nosotros, la verdad, lo estamos justamente, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos, pero Éste nada ha hecho». Y se dirigió a Jesús: «Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Y este le contestó: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Según un evangelio apócrifo este Buen Ladrón se llama Dimas. San Dimas es el primer santo del cristianismo y su festividad se celebra el 25 de marzo.

Las Últimas palabras antes de expirar

Según los Evangelios de Mateo y Marcos, antes de morir Cristo exclamó con una «gran» voz: «ELI, ELI, LAMMA SABACTHANI», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?». Según San Lucas, justo antes de expirar dijo: «Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu». Según San Juan dijo: «Todo está cumplido». Y expiró.

En este momento, según los evangelios, sucedieron cosas extraordinarias. Mateo escribe: «Y al momento el velo del templo se rasgó en dos partes de arriba abajo, y la tierra tembló y se partieron las piedras. Y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos, que habían muerto, resucitaron. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de Jesús, vinieron a la ciudad santa y se aparecieron a muchos».

Mateo y Marcos recogen la expresión de un centurión romano que había asistido a la crucifixión: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Lucas la varía ligeramente: «Verdaderamente este hombre era justo». El sentimiento de los presentes era de asombro y de congoja. Según San Lucas volvieron dándose «golpes en el pecho».

El sepulcro

Descendido de la cruz el cuerpo de Jesús, José de Arimatea, «persona ilustre y senador» (Marcos) se lo reclamó a Pilato, que accedió a entregárselo. José envolvió el cuerpo del nazareno en una sábana y lo metió en un sepulcro abierto en una gran peña, sellando la entrada con una gran piedra.

Cuando al amanecer del domingo fueron María Magdalena y María la madre de Santiago para embalsamar el cuerpo, ya no lo encontrarían allí. La piedra estaba apartada y el cuerpo desaparecido.

El Viernes Santo recuerda estos hechos del día de la muerte de Jesucristo, que según enseña la Iglesia Católica entregó su cuerpo y derramó su sangre para el perdón de los pecados y para la salvación de los hombres

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