XXX JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
LA IGLESIA CELEBRA EL 11 DE FEBRERO, FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES, LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO. ESTE DÍA SE INICIA LA CAMPAÑA QUE CONCLUYE EL 22 DE MAYO, CUANDO LA IGLESIA EN ESPAÑA CELEBRA LA PASCUA DEL ENFERMO.
Un año más, llega la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, mañana 11 de febrero, en la que celebramos, este año con especial relevancia, la XXX Jornada Mundial del Enfermo, con el lema: «Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso». Hace treinta años, san Juan Pablo II instituyó esta Jornada para sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de cuidar a los enfermos y aquellos que los cuidan.
El papa Francisco, en su Mensaje de este año, nos invita a «estar al lado de los que sufren en un camino de caridad» y nos ofrece tres hermosos mensajes: Primero, «Dios nos cuida siempre con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre. ¡Cuántas veces los Evangelios nos narran los encuentros de Jesús con personas que padecen diversas enfermedades!». Segundo, «el enfermo es siempre más importante que su enfermedad, incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía especial». Tercero, «pienso en los médicos, enfermeros, personal sanitario: «Tocar la carne sufriente de Cristo trasciende los límites de una profesión y se convierte en una misión de gran responsabilidad«. El Papa nos dice finalmente que «visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos». Y que reza por «todos los agentes sanitarios para que llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna».
Este año, como Parroquia, necesitamos poner la mirada en una Humanidad herida y vendada con Misericordia (Lc 10,29-37). Esta pandemia nos ha despertado bruscamente del sueño de la omnipotencia; ha despertado nuestra conciencia para darnos cuenta de que no podemos controlarlo todo. Dios parecía enterrado y ausente en medio de nuestras aceleradas vidas. Pero Él se ha introducido en esta pandemia. Va liberando el alma de la humanidad del fango de la indiferencia, de lo trivial y de las falsas seguridades, haciendo surgir una solidaridad sin fronteras. ¡Ojalá no volvamos atrás cuando todo esto vaya