La Opinión de……Paula , Psicóloga y Marcos, Trabajador Social y Coordinador

En esta ocasión hemos acudido a conocer la opinión de los responsables de la Comunidad Terapéutica «La Santina». Un centro que su principal misión es ayudar a las personas con la adicción al alcohol.

¿Cual es origen de la comunidad terapéutica La Santina?

Cáritas pone en marcha en 1993 una pequeña casa situada en el Alto de Pumarín para rehabilitar a personas con dependencia del alcohol. En principio, esta primera casa inicia su funcionamiento como experiencia piloto, aunque Cáritas siempre expresó la intención de hacer una apuesta de futuro por el Centro y por la rehabilitación de las personas que más dificultades encuentran para acceder y mantener el tratamiento, las personas sin hogar y las mujeres. Empezó siendo un Centro con capacidad para ocho plazas de varón. Desde entonces, el Centro ha tenido varias ubicaciones, el período más amplio en Mareo, y es en este centro cuando se empieza a acoger a mujeres con dependencia alcohólica.

Desde junio de 2016 estamos en el chalet de Deva, dotado de unas instalaciones y recursos mucho más amplios, confortables y de calidad y que da cabida a 28 personas. Desde el año 1993 este proyecto atendió a un total de 1050 personas.

¿Qué programas desarrolla La Santina en el campo de las drogodependencias?

La Comunidad Terapéutica “La Santina”, desarrolla un programa de deshabituación del alcoholismo. Se trabajan también con personas que padecen patología dual, es decir, en la misma persona coexisten la dependencia a una o más sustancias (siendo el alcohol la droga de abuso principal) junto con otro trastorno psiquiátrico.

También se realiza intervención con las familias, tanto de las personas acogidas como de las que se encuentran en la fase de seguimiento, para trabajar sobre la codependencia adquirida y proporcionar una amplia información sobre la enfermedad alcohólica y sus consecuencias tanto para el enfermo como para el propio familiar.

El programa está especializado en los colectivos más vulnerables dentro de la dependencia alcohólica como son las mujeres y las personas sin hogar.

Si fuese necesario, también se ofrecen terapias para las personas que, habiendo recibido el alta residencial sufren una recaída en la fase de seguimiento o ambulatoria.

¿Qué características presenta el colectivo al que se dirige esta C.T ¿

Hombres y mujeres mayores de edad que padecen enfermedad alcohólica en fase crónica. La mayoría de las personas presentan dependencia alcohólica de más de 15 años de evolución, habiendo iniciado los consumos en la adolescencia y con intentos de rehabilitación anteriores.

Las personas más vulnerables son las principales destinatarias de nuestro proyecto. Las personas sin hogar, en situación de desprotección social absoluta por la carencia de medios para satisfacer sus necesidades básicas, la soledad y la exclusión.

Y También las mujeres alcohólicas, están especialmente desprotegidas ya que se enfrentan a una doble discriminación, por su dependencia del alcohol y por el hecho de ser mujeres.

¿Qué requisitos han de cumplir  para realizar tratamiento en esta C.T?

Ser mayor de edad, ser alcohólico, aceptar voluntariamente el tratamiento y tener autonomía personal adecuada a la actividad del Centro. También es necesaria una desintoxicación previa al ingreso, que puede realizarse de forma ambulatoria o en la Unidad de desintoxicación hospitalaria o bien en Centros asistenciales como el Albergue Cano Mata o Cocina Económica.

¿Qué fases tiene el tratamiento?

La primera fase del programa terapéutico se realiza en régimen de internamiento (fase residencial) durante un período de seis meses. En ese tiempo, se realiza un abordaje integral de la situación de cada persona a través de sesiones educativas y terapias grupales e individuales que facilitan conocimientos de la enfermedad alcohólica, la asimilación de las estrategias y herramientas de resolución de conflictos; el desarrollo de habilidades sociales y de autoestima, desarrollo de una positiva escala de valores y elaboración de un proyecto de vida claro y viable para mantenerse en sobriedad.

La segunda fase, después del alta residencial, es la fase ambulatoria. Esta fase tiene una duración de dos años, en la que la persona ya reside en su domicilio habitual y acude al centro dos veces por semana para participar en terapias grupales y demostrar que continúa en abstinencia total. Se trata de mantener el objetivo clínico de abstinencia planteado, detectando posibles situaciones de riesgo que pudrieran aparecer y poniendo en práctica estrategias de prevención de recaídas.

Una vez cumplido el tratamiento ¿Continua la relación de la persona con La Santina?

Sí, incluso después de haber recibido la alta terapéutica a los dos años de seguimiento, mantienen el contacto y el vínculo con la comunidad. Se les ofrece la posibilidad de que dos veces al mes estas personas participen en los grupos de autoayuda, en los que comparten sus inquietudes y experiencias, con objeto de continuar la prevención de recaídas, consolidar los objetivos conseguidos y mantener vinculación con el centro.

¿En otras Comunidades Autónomas, existen equipamientos similares en el ámbito de las drogodependencias?

Si Cáritas mantiene otras dos Comunidades Terapéuticas para rehabilitación de alcoholismo en España: una en Zamora y otra en Canarias.

Desde 2018 venimos manteniendo reuniones entre las tres Comunidades Terapéuticas y observamos que en concreto con Casa Esperanza que está en Agaete, Gran Canaria, mantenemos muchas similitudes en cuanto a aspectos metodológicos y una evolución del proyecto similar. En las próximas reuniones esperamos seguir compartiendo experiencias y realizando un aprendizaje conjunto. La verdad es que está resultando muy enriquecedor.

¿Qué necesidades tiene este Proyecto?

Principalmente económica.

¿Cómo es la sostenibilidad financiera de La Santina?

La subvención que recibe este proyecto por parte de la Consejería de salud del Principado de Asturias y por el ayuntamiento de Gijón no cubre la totalidad del proyecto lo que supone que Cáritas Diocesana Oviedo realice anualmente un importante desembolso para que esta comunidad continúe tratando a personas alcohólicas y en definitiva, para que continúe abierto. La mitad del proyecto está subvencionado por las instituciones públicas y la otra mitad por Cáritas Diocesana de Oviedo.

¿Cómo es la relación entre La Santina y el resto de entidades que trabajan en este campo?

Estupenda, muy fluida, tanto con las instituciones públicas como privadas.

Esta relación, se realiza de distintas maneras: a través de reuniones presenciales, contactos telefónicos y por supuesto, a través de las nuevas tecnologías.

La importancia de la coordinación de este centro con otras entidades radica en que si nuestro objetivo es intervenir de manera integral con las personas que tratamos es vital utilizar los distintos recursos de la comunidad lo que obliga a llevar a cabo relaciones fluidas y diarias.

En cuanto a la coordinación interna con los centros y recursos de Cáritas Diocesana de Oviedo y en especial, con los demás centros del programa Sin Hogar es necesario resaltar la importancia de la misma para el normal funcionamiento de este proyecto.

Los centros o recursos de Cáritas nos derivan personas para iniciar el tratamiento, nos proporcionan alternativas para la reincorporación social de las personas sin recursos económicos, alternativas para la orientación laboral y soluciones para la desintoxicación previo ingreso de las personas sin hogar.

 Cuántos años suelen pasar hasta que un alcohólico decide ponerse en tratamiento? Cuando llegan a La Santina ¿en qué estadio se encuentran?

Son personas con la enfermedad alcohólica cronificada. Es decir, en ellos aparece tanto la dependencia física como la psicológica. La mayoría presenta dependencia alcohólica de muchos años de evolución. Viven episodios prolongados de embriaguez que les ocupan gran parte de su tiempo y suelen ingresar con un gran deterioro físico y mental.

¿El estigma y el tabú existen?

Continúan existiendo décadas después de que el alcoholismo sea reconocido como enfermedad. La sociedad puede ver a estas personas como viciosos que han decidido ponerse enfermos y pocos entienden la dimensión integral de la enfermedad, la presencia de problemas biológicos, psicológicos y sociales. Este estigma tiene el potencial de impactar de forma negativa en diferentes parcelas de la vida como el empleo, la vivienda o las relaciones sociales. También puede implicar un retraso en la puesta en tratamiento, en la rehabilitación y en los procesos de reinserción.

Es por eso que la C.t. La Santina intentamos favorecer la recuperación de las personas en grave situación de vulnerabilidad. Entre ellos la que a mujer alcohólica tiene muchas más adversidades y obstáculos a la hora de acceder a un tratamiento. Ser alcohólica «está muy mal visto», suelen decir ellas mismas, apropiándose del “autoestigma”. Se les puede juzgar más por ser mala hija, madre o esposa que por su propia enfermedad. Desde la Santina detectamos esta necesidad de apoyo y trabajamos con las mujeres grupal e individualmente con enfoque de género y manteniendo sesiones grupales específicas para mujeres donde se trabajan temas relacionados con la salud, la autoestima, la dependencia emocional, los malos tratos, etc

Las personas sin hogar también reciben un tratamiento específico e individualizado, dando respuesta a las necesidades económicas (en forma de beca) y de vivienda con la posibilidad de un acceso tras el alta terapéutica a los pisos de la red hogares de Cáritas.

Desde este proyecto, también intentamos salvar el estigma a través de actividades de sensibilización y contacto con los recursos de la Comunidad. 

La familia constituye un componente clave en el desarrollo de las personas ya que es uno de los primeros elementos de socialización. Es por eso que juega un papel muy importante en la prevención e intervención en el consumo de drogas, tanto a la hora de inducir el riesgo como a la de promover la protección y la resiliencia. Sin embargo, la familia no sólo influye entre sus miembros, sino que recibe al mismo tiempo la influencia de otros sistemas más amplios, por lo que estamos hablando de un sistema en continuo cambio, que se ve influido por múltiples factores como los cambios sociales, económicos y personales que han hecho que el concepto de familia haya cambiado mucho en los últimos años.

Cuando hablamos de alcoholismo estamos hablando de una enfermedad multidimensional, en la que intervienen aspectos familiares (antecedentes familiares de alcoholismo y psicopatología de padres o familiares), pero también factores socioculturales, aspectos de la personalidad, acontecimientos vitales estresantes…

¿Qué puede aportar el ex adicto rehabilitado como colaborador experto  en la ayuda de otras personas?

 Mucho. Nosotros creemos firmemente en el poder del grupo para el tratamiento de la enfermedad alcohólica. De hecho, las personas internadas comparten algunas sesiones con las personas que se encuentran en la fase de seguimiento. Estas sesiones funcionan como refuerzo y estímulo para los internos, al oír hablar a personas que pasan por situaciones similares a las suyas, que corrigen y aprenden de las dificultades y mantienen una vida en sobriedad.

Las personas que han recibido la alta terapéutica a los dos años de seguimiento también continúan vinculadas a la Santina.  A ellos les ofrecemos la posibilidad de participar en los grupos de autoayuda que se realizan dos veces al mes, y la gran mayoría siguen acudiendo.

Lo cierto es que esa cercanía y la sensación de “familia” son elementos diferenciadores, hay personas que participan en este grupo que llevan más de 20 años de sobriedad.

¿Cree que la presión social a la que estamos sometidos por parte de la sociedad, impulsa a que los jóvenes aumenten la tendencia a un consumo excesivo?  Aquí creo que engloba la 16 y la 17 también

El consumo de drogas se inicia normalmente en la adolescencia y en contexto grupal.

En esta etapa hay un traslado de la figura de referencia, pasando de ser la familia a ser grupo de iguales. Este cambio de referente, y la necesidad que surge de sentirse parte del grupo, hacen que sea una etapa de posible vulnerabilidad.  Esta presión puede ser negativa y perjudicial, en el sentido de que el grupo persuade para hacer algo que el adolescente puede no desear como puede ser fumar, beber alcohol o consumir otras drogas. Son situaciones en las que se toman las decisiones buscando sentirse aceptado, apreciado y por lo tanto buscando evitar el rechazo o la exclusión del grupo.

La publicidad y la actitud permisiva y normalizadora en cuanto al consumo de alcohol por parte de la sociedad, las fiestas y botellones son de sobra conocidos también.
Y conociendo esta realidad, no cabe duda de que una de las claves para afrontar este tema es educar a los adolescentes en el respeto a la diversidad. La diversidad es una realidad, y por lo tanto sólo es preciso visibilizarla y darle valor, hay muchos jóvenes que no participan en botellones y no relacionan su ocio con los consumos de alcohol, sino con la cultura, el deporte y otras alternativas de ocio productivo.

Por todo lo anterior se hace necesario desarrollar estrategias de prevención escolar, familiar y comunitaria que fomente un ocio alternativo al consumo de alcohol, como estrategia de prevención, de esta manera se podrá modelar la identidad ocupacional del adolescente (donde tengan cabida los hábitos saludables) disminuyendo así, la probabilidad de consumo en el tiempo de ocio.

Para terminar, ¿qué mensaje podría lanzar a las personas que se plantean si pedir ayuda o no para abandonar su adicción?

Que el alcoholismo es una enfermedad que tiene tratamiento. No se cura, porque uno no deja de ser alcohólico, pero hay muchas personas que logran superar la dependencia. Les diría que hay salida, que hay oportunidades, que se puede cambiar y que existe otra vida. Las personas que viven en sobriedad así lo afirman. Desde que dejan de beber van recuperando, todo son ganancias: bienestar personal, familia, amistades, economía, trabajo e ilusiones. No es algo mágico y conlleva tiempo, esfuerzo y disposición para el cambio pero desde luego merece la pena.

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