Más allá de la ingente labor de los capellanes en los centros penitenciarios, la pastoral penitenciaria cuenta también con voluntarios que realizan una labor de acompañamiento “ Estuve preso y viniste a visitarme ( Mt 25,35)”, prestando servicios en el ámbito socio-cultural ( Formación, Deportes, etc) pero también cuidando la Pastoral (catequesis, oración, eucaristía..)
Hoy entrevistamos a Ana, persona con gran experiencia en el voluntariado y que hace unos años está involucrada en la Pastoral Penitenciaria.
TÍTULO: LA FE NO TIENE REJAS
¿En qué consiste la tarea de la Pastoral Penitenciaria?
Nuestra actividad consiste básicamente en acercarnos a las personas privadas de libertad y acompañarlos en su difícil situación.
Son los que están encerrados en prisión y que nadie quiere saber nada de ellos. Para la sociedad ya no son un problema. Es una labor muy gratificante, aunque desconocida.
Los voluntarios de pastoral penitenciaria debemos mostrar una actitud cercana y escuchar sin juzgar. No somos jueces, ni somos mejores que nadie. Solo queremos ayudar a través del respeto y de nuestra presencia. Transmitir que todo puede cambiar. Todos podemos arrepentirnos, perdonar y ser perdonados. Y que la vida cristiana es un camino para conseguirlo.
¿Qué labor realiza a lo largo del año?
El grupo de pastoral penitenciaria de prisión de Villabona está coordinado por el capellán del centro, Don José Antonio García Quintana y compuesto por 30 voluntarios.
Todos los días tenemos presencia en el centro, con las diferentes actividades que realizamos: Acompañamiento en los estudios, actividades deportivas, catequesis o simplemente y no menos importante, hacer más llevadero su día a día.
Como es lógico, nos repartimos las tareas entre todos los voluntarios, queremos llegar a todos los módulos y a todos aquellos internos que necesiten de nuestra ayuda.
En concreto, en estos meses de verano, hemos tenido la suerte de empezar a contar con un grupo de jóvenes que se han comprometido con la labor pastoral en este entorno tan especial. He compartido con ellos la experiencia de desarrollar una “escuela de verano” enfocada a los reclusos en aislamiento. Quizás los que más soledad experimentan.
Durante dos días semanales, las mañanas de los meses de julio y agosto, organizamos talleres de pintura, guitarra, deporte y dinámicas de grupo.
La experiencia, tanto por la implicación de los jóvenes voluntarios, como por el entusiasmo de los internos, ha sido muy gratificante para todos.
Fuimos descubriéndonos día tras día que todos necesitamos sentir una mano amiga. Todos tenemos el mismo amor por nuestros hijos, por nuestra familia y que todos nos equivocamos, algunos en mayor grado, pero que merece la pena luchar por volver a comenzar.
¿Cuándo empezó a hacer voluntariado en una prisión?
Siempre tuve relación con el voluntariado dentro del ámbito parroquial y en otros ámbitos, cuando hace unos cinco años, una amiga me animó a empezar con el voluntariado en prisión. Al principio, como todos los que acercan a este mundo por primera vez, te asusta. Y no sabes qué puedes aportar. Pero si Dios siempre estuvo a mi lado ayudándome y protegiéndome, sentí que tenía que asumir el reto, e igual que al principio sientes una cierta inquietud cuando te adentras en la prisión, con el paso de los días, empiezas a asimilar el entorno. Los internos te lo hacen fácil. Agradecen tu presencia. Te respetan y son conscientes de que estamos allí por ellos y con la voluntad de ayudarles.
Han estado muchos meses sin poder entrar en las prisiones debido a la covid-19 ¿Cómo habéis acompañado a los presos durante este tiempo?
El confinamiento nos afectó a todos, pero los internos sufrieron especialmente esos meses. Se vieron limitados en sus permisos. Se vieron con las visitas totalmente restringidas. Se sintieron más aislados que nunca. En esos meses intentamos comunicarles con el exterior a través de la correspondencia. El capellán se ocupaba de recoger y hacerles llegar la correspondencia, pues era el único de nosotros que tenía acceso al centro.
Seguramente habrá aprendido muchísimas lecciones haciendo voluntariado en la prisión, ¿con cuáles se quedaría?
La lección que estoy aprendiendo día a día en la pastoral penitenciaria, es que realmente todos somos hermanos, porque todos somos hijos de Dios. Cuando nos encontramos en dificultades, todos buscamos la ayuda, el cariño y el apoyo en los demás.
Y si somos capaces de mostrar a aquellos que están necesitados el rostro del Padre, lo abrazarán con devoción.
Recientemente hemos sabido que un interno ha recibido el Sacramento de la Confirmación por el Sr Arzobispo, Una celebración muy emotiva. ¿Cómo la vivieron quienes participaron en la celebración?
La confirmación de uno de los internos ha sido un momento muy especial para todos.
Desde la eucaristía presidida por el Señor Arzobispo, hasta la emoción de mucho de sus compañeros durante la celebración.
Todos nos sentimos muy orgullosos de él por dar el paso de comprometerse con la vida cristiana y emocionados cuando Don Jesús recordó la carta que le envió solicitando su confirmación. Supuso también un ejemplo para sus compañeros y para todos nosotros y un estímulo para nuestra Fe.
¿Quién se ha encargado de formar al recluso para recibir el Sacramento de la Confirmación?
He tenido la suerte de ser su catequista, con el apoyo del capellán. En la catequesis hemos trabajado desde una perspectiva humana y cristiana duran más de 4 años. Fue él quien en un momento determinado decidió que se quería confirmar y consideramos que estaba preparado. Le indicamos que sería un signo de madurez y de convencimiento en su decisión que se dirigiese al señor obispo para solicitar la confirmación y así lo hizo de su puño y letra.
¿Las misas que se celebran en la capilla de la cárcel son realmente vivas y participadas?
Hay dos misas los domingos y muchos de los internos participan en ellas.
Tenemos un pequeño coro formado por jóvenes que consiguen hacernos cantar a todos los asistentes, unos con mejor entonación que otros… pero lo fundamental es que todos se sientan integrados en la eucaristía, participando en las peticiones y en las lecturas. Ante Dios todos somos iguales.
¿Ha visto cambios en muchos internos tras el contacto frecuente con la Eucaristía?
Creo que los reclusos que viven la Fe en prisión se sienten reconfortados. Se sienten perdonados y acogidos. Y así lo muestran en la eucaristía. Se identifican con Jesús rechazado por los poderosos. Con el Jesús que murió entre dos ladrones. Y con la promesa de alcanzar la libertad del que se siente hijo de Dios.
En la relación con sus compañeros, muestran una cercanía que no siempre es fácil de mantener en un entorno tan hostil. Se sienten perdonados y eso les ayuda a ser más tolerantes y amables con los que les rodean.
¿Los presos acuden regularmente a los servicios religiosos?
Muchos participan en la comunión y se sienten cerca del Señor y amparados en sus brazos.
Desarrolla otros proyectos fuera del recinto, por ejemplo ¿con las familias?
Es natural que después de años de relación con algunos de los internos, esta relación se extienda a sus familiares. Nuestra labor es apoyarles e intentar normalizar la situación. La estigmatización que sufren las familias de los reclusos es una carga que también hay que ayudarles a superar. Es evidente que tanto los reclusos como sus familias caen en la marginalidad en el momento en que sus vidas o la de sus seres queridos tocan fondo ingresando en prisión. Sienten el rechazo social y en muchos casos la vergüenza. Es nuestro deber como cristianos darles nuestro consuelo e intentar que se encuentren con la misericordia del Señor. Que se perdonen y se sientan perdonados para poder comenzar una nueva vida.
Al trabajar con un sector marginal de la sociedad, ¿encuentra que aún falta tolerancia?
Sin duda, la falta de tolerancia de la sociedad hace que la reinserción sea realmente complicada para la mayoría de los reclusos. Aun habiendo superado su internamiento de forma positiva y habiendo experimentado un cambio real en sus vidas, el volver a incorporarse a la sociedad resulta complicado cuando tu pasado te lastra.
Vivimos tiempos en los que para todos es complicado encontrar un trabajo y desarrollar un proyecto de vida. Para aquellos que vienen de una situación aún más complicada, resulta todavía más difícil. En muchas ocasiones, lo peor no es haber entrado en prisión, sino conseguir salir y desmarcarse de toda esa situación.
¿Alguna vez se siente frustrada al no encontrar en la gente con la que trabajas la reacción que busca?
Por supuesto, no todos los esfuerzos se ven recompensados. Hay muchas veces que te sientes predicando en el desierto…
Tienes sensación de pena por no saber llegar a quien lo está necesitando y la única opción que te queda es seguir intentando hacerte presente en su vida y acercarle a Jesús.
¿Cree que cada vez hay más delincuencia, sobre todo ahora con la crisis?
Seguro que las situaciones económicas complicadas pueden terminar desembocando en conductas delictivas, pero no creo que sean la mayoría. La crisis de valores en nuestra sociedad es la que alimenta las prisiones.
Me sorprendo de la cantidad de jóvenes, que sin ningún problema aparente y con toda una vida por delante, sobre todo por problemas relacionados con la droga, ingresan en prisión y complican su vida de forma tremenda.
Y por último, tendrá un número infinito de anécdotas durante estos años. ¿Te gustaría compartir algunas?
La verdad, es que la relación con los internos después los años, hace que se creen vínculos que te permiten conocerlos personalmente y en muchas ocasiones te sientes sorprendida. Hay cientos de anécdotas, pero ni más ni menos que las que puedas vivir en cualquier otro grupo con el que convivas.