2 de febrero de 2020-Jornada Mundial de la Vida Consagrada-Demos gracias al Señor por todas las personas que consagran su vida

2 de febrero de 2020 – Jornada Mundial de la Vida Consagrada 

“La vida consagrada con María, esperanza de un mundo sufriente”

La vida consagrada consiste en la dedicación o la total reserva de la persona para Dios. Es una entrega total, deseada por Dios, quien invita a la persona a un seguimiento más de cerca, y que es aceptado por ella, libremente y por amor, para ser total y exclusivamente para Dios y para Su Reino. Es un llamado a la perfecta imitación de Cristo a través de alcanzar la plena comunión con Dios y la perfección en el amor.

Hay muchas  personas consagradas y ellas dan testimonio de que Dios es Padre y que, por consiguiente, podemos tener con Él una relación de confianza filial. Somos sus hijos. Pero no somos hijos únicos. A nuestro lado hay muchos hermanos. Reconocer a Dios como Padre ilumina la mirada de nuestro corazón para descubrir a todos los hermanos. Somos hijos y hermanos, y esto se expresa solemnemente cuando rezamos diciendo: “Padre nuestro”.

Demos gracias al Señor por todas las personas que consagran su vida y  que, desde las distintas  vocaciones y formas de servicio, son presencia elocuente del amor de Dios entre nosotros.

La fiesta de la Presentación del Señor es un misterio sencillo y solemne en el que la Iglesia celebra a Cristo, el consagrado del Padre, primogénito de la nueva humanidad. Las personas consagradas expresan cada día en sus vidas la novedad del Evangelio. Su testimonio alumbra el corazón de tantas personas, que conociéndolas hacen sentir la llamada a seguir al Señor por el mismo camino. Os damos gracias por vuestra entrega, de toda la vida, algunos de vosotros y vosotras estáis cargados de años y de méritos. Que esta Jornada de la Vida Consagrada 2020 nos haga reconocer la luz que aportáis a la Iglesia y pedimos que podáis seguir iluminando con la luz de Cristo, a manera de María, para que todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo encuentren a Jesús, y a través de todas vosotras vidas consagradas y que participemos de la misericordia del padre. Por todo ello: ¡muchas gracias!

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